Aunque la tecnología 5G apenas está en pleno proceso de adopción en varios países de Latinoamérica, los líderes de la industria de las telecomunicaciones ya comienzan a planificar el futuro con la llegada del 6G. Esta nueva generación de conectividad móvil promete ser revolucionaria, con velocidades y capacidades que superan por mucho a las actuales, permitiendo la interconexión masiva de dispositivos inteligentes y la creación de nuevas aplicaciones basadas en inteligencia artificial, holografía y realidades mixtas. No obstante, la región enfrenta importantes desafíos.
En primer lugar, la infraestructura existente en muchos países aún está muy rezagada, lo que podría retrasar la implementación del 6G si no se realizan inversiones significativas. Muchos expertos señalan que antes de que se pueda hablar de un despliegue efectivo de esta tecnología, es fundamental mejorar la infraestructura de fibra óptica, uno de los cimientos clave para soportar la alta demanda de ancho de banda que implicará el 6G. Además, sigue habiendo una brecha digital significativa entre las zonas urbanas y rurales, lo que plantea la pregunta de si la región será capaz de avanzar hacia el 6G sin dejar atrás a millones de personas sin acceso a internet.
Un segundo desafío es la regulación. Los gobiernos de la región deberán adaptarse rápidamente a los estándares globales que se establecerán para el 6G. Este proceso es complejo, ya que requiere coordinación internacional para evitar interferencias y garantizar que los espectros de frecuencia se utilicen de manera eficiente. A medida que los países latinoamericanos se adentran en esta nueva fase de la tecnología de telecomunicaciones, los próximos cinco a diez años serán críticos para definir el rol de la región en el panorama global del 6G.